Un deporte argentino

Por Ale Tevez

Este texto fue parte de la edición #23 del newsletter


En otras ocasiones hemos hablado de fútbol y cine pero solo fue un listado de algunas películas que abordaron el tema y que utilizaron la participación de grandes futbolistas para llevar gente a las salas. Algunas con mayor éxito que otras, pero, creemos, ninguna con la belleza e inteligencia de El crack, de José Martínez Suárez (1960).

La vida de Osvaldo, una estrella del fútbol barrial que está cerca de cumplir su sueño de jugar profesionalmente al fútbol y que convive con la mochila del “llegar a primera para salvarse” y la presión de sus padres, termina sirviendo como excusa para retratar el nefasto trasfondo del gran deporte nacional. La denuncia no solo apunta los dirigentes vividores y su negociado detrás de las estrellas sino que trasciende y alcanza al periodismo deportivo. Sí, 1960; podría haber sido filmada ayer. “Pero yo jugué mal y el diario puso que fui la figura”, se sorprende un inocente futbolista. 

Una película argentina”, decía su subtítulo. Martínez Suárez, en una entrevista con la Revista Film, fue claro: “Quería separarla un poco del cine que se venía desarrollando, un cine que yo me daba cuenta de que estaba en sus últimos estertores. Un cine contemplativo, sin propuestas sociales. Guiones que podrían haberse filmado en cualquier parte del mundo. El crack no podía haberse desarrollado más que aquí”. El afán de salir a grabar en la calle impulsó a Martínez Suárez —y a toda una generación— a interesarse por una obra de teatro sobre la vida de un futbolista y toda la maquinaria perversa detrás de su carrera, el periodismo y la vida cotidiana dentro del deporte más popular del país. Además, lo llevó a instalarse en la Isla Maciel, injustamente marcada y denostada aún en nuestros días, y convertirla en su estudio de grabación durante semanas. Y como si fuera poco, el director también deja espacio para tratar con las frustraciones de los inmigrantes lejos de su tierra, la violencia intrafamiliar y cómo un “juego” puede cambiar la vida de tantas personas. O arruinarlas.

Los escenarios del comienzo, donde vemos el Barrio Saavedra o el Bajo, en contraste con las que muestra al cruzar la General Paz son una muestra clara de ese afán y de las ganas de Suárez de mostrar esa otra Argentina, la que no se veía y que el propio director necesitaba para desarrollar algo tan argentino como la pasión futbolística, o más bien, el negocio de la pasión futbolística y las diferencias de clase que atraviesan el deporte. En un viaje, con frases memorables contra el gobierno de Frondizi, algún que otro comentario hacia la clase alta y la presencia del humor negro, Martínez Suárez había dejado en claro cuál iba a ser el camino que iba a transitar su obra. 

Poco se rescata su nivel de producción. Antes que nada, y es palpable en toda la historia del cine, es muy difícil filmar bien el deporte y, sobre todo, el fútbol. Al menos al nivel que El crack necesitaba. Martínez Suárez aprovechó al máximo el tiempo que tuvieron en el estadio —la historia cuenta que les permitieron filmar el partido en los quince minutos de entretiempo de un San Lorenzo-River y llevaron nueve cámaras— para registrar algunas de las imágenes más bellas jamás vistas de un estadio de fútbol, como los primeros planos a los hinchas o esas panorámicas a los 60.000 espectadores, o extras gratis, como quieran verlos.

El crack (José Martínez Suárez, 1960)

Otro de los riesgos tomados en la película es la inclusión de un actor en el rol protagónico que no era tal sino un futbolista que no llegó a la primera y que solo fue elegido porque se animó a ir a la audición y metió dos goles en una prueba. “Él tenía la cara simpática que yo necesitaba y para que el espectador tuviera una buena disposición hacia él. Fue muy dúctil y convincente en su rol”, declaró el director tiempo después, pero lo más interesante fue la historia contada por el propio protagonista, Osvaldo Castro: “Leí en el diario Nacional que había una convocatoria a actores que supieran jugar al fútbol. No sabía actuar pero había jugado al fútbol en All Boys. Me preguntaron en qué posición jugaba y no les dije que era defensor sino que era delantero porque el protagonista era un ‘crack´, no podía decir que era defensor. Metí dos goles y le dije al productor que lo podía hacer bien. En un mes ya estaba filmando y además me encontré con un segundo padre como lo fue José toda la vida”.

La película se terminó estrenando el 16 de agosto de 1960 y si bien fue bien recibida por la crítica, no fue un éxito en taquilla y se atribuye dicho fracaso comercial a la falta de figuras en su elenco (sólo contó con la inclusión del histórico jugador de River, el Charro Moreno, ya alejado de la práctica profesional aunque jugó un año después un puñado de partidos en Colombia) o a la falta publicidad de la película, habían gastado todo el dinero en la realización. Paralelismos podemos hacer todo el tiempo.

Una de las últimas imágenes de la película es una muchedumbre irritada gritando sus frustraciones al aire. Un poco como Martínez Suárez hacia el cine que se hacía alrededor suyo, pero José no gritó, filmó.


© ALE TEVEZ | 2021

[Permitida su reproducción citando la fuente]

Publicado por Ale Tevez

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